Definición y origen del ensayo
El ensayo consiste en la interpretación o explicación de
un determinado tema —humanístico, filosófico, político, social, cultural, deportivo,
por mencionar algunos ejemplos—, sin que sea necesariamente obligado usar un aparatare documental, es decir, desarrollado de manera libre, sistemática, y
con voluntad de estilo.
Un ensayo es una obra literaria
relativamente breve, de reflexión subjetiva, en la que el autor trata de una
manera personal, no exhaustiva, y en la que muestra —de forma más o menos
explícita— cierta voluntad de estilo. Esto último propone crear una obra
literaria, no simplemente informativa. Puede tratar sobre temas de literatura,
filosofía, arte, ciencias y política, entre otros.
Sólo en la edad contemporánea este tipo de obras ha
llegado a alcanzar una posición central.
En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje, muchas
veces poético y cuidado que usan los autores, pero en realidad, el ensayo no
siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie de divagaciones y
elucubraciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el
autor expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado o, incluso, sin
específico tema alguno.
Ortega y
Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita». Alfonso Reyes, por otra parte, afirmó que «el
ensayo es la literatura en su función ancilar» —es decir, como esclava o subalterna
de algo superior—, y también lo definió como «el Centauro de los géneros». El
crítico Eduardo Gómez de Baquero —más
conocido como Andrenio— afirmó en 1917 que «el ensayo está en la frontera de
dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al
otro». Y por su parte Eugenio D'Ors lo
definió como la «poetización del saber».
Su origen se encuentra en el género epidíctico de la antigua oratoria grecorromana,
y ya Menandro el Récor, aludiendo al mismo bajo el
nombre de «charla», expuso algunas de sus características en sus Discursos sobre el género epidíctico:
·
Tema libre
(elogio, vituperio, exhortación).
·
Estilo
sencillo, natural, amistoso.
·
Subjetividad
(la charla es personal y expresa estados de ánimo).
·
Se mezclan
elementos (citas, proverbios, anécdotas, recuerdos personales).
·
Sin orden
preestablecido (se divaga), es asistemático.
·
Extensión
variable.
·
Va dirigido
a un público amplio.
·
Conciencia
artística.
·
Libertad
temática y de construcción.
El ensayo, a diferencia del texto informativo, no
posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada en apartados o
lecciones, por lo que ya desde el Renacimiento se
consideró un género más abierto que el medieval tractatus o
que la suma, y se considera
distinto a él también por su voluntad artística de estilo y su
subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer.
Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa
y un tipo de «razonamientos blandos» que han sido estudiados por Chaïm
Perelman y Lucie Ollbrechts-Tyteca en
su Tratado de la argumentación.
A esto convendría añadir que en el
ensayo existe además, como bien ha apreciado el crítico Juan Marichal, una «voluntad de estilo»,
una impresión subjetiva que es también de orden formal.
Otros géneros didácticos emparentados con el ensayo son:
·
El discurso
(en el sentido de «discurrir» sobre un tema concreto).
·
La disertación.
·
El artículo de
prensa.
·
Los géneros renacentistas y humanísticos del Diálogo,
en sus variantes Platónica, Ciceroniana y Lucianesca.
·
La epístola.
·
La miscelánea.
Historia del ensayo
Las Cartas a Lucilio (de Séneca)
y los Moralia (de Plutarco)
vienen a ser ya prácticamente una colección de ensayos, pero el desarrollo
moderno y más importante del género ensayístico vino sobre todo a partir de los Essais (1580) del escritor
renacentista francés Michel de Montaigne, aunque sus últimos
precedentes hay que buscarlos en el género epidíctico de la oratoria clásica.
En España el género aparece, con el antecedente en el siglo XVI de Fray Antonio de Guevara y en el XVII de Francisco Cáscales Cartas filológicas y Juan de
Zabaleta Errores
celebrados, a principios del siglo XVIII con el Teatro crítico universal, y las Cartas eruditas y curiosas del
padre Benito Jerónimo Feijoo, pero solamente
tomará la denominación propia de ensayo a mediados del siglo XIX y sólo
empezarán a escribir ensayos propiamente dichos la Generación del 98 y sus sucesores.
Estructura
La estructura del ensayo es
sumamente flexible, ya que toda sistematización es ajena a su propósito
esencial, que es deleitar mediante la exposición de un punto de vista que no
pretende agotar un tema, como sí haría (y sistemáticamente) el género literario meramente expositivo del tratado;
por eso estas indicaciones son meramente orientativas.2
Introducción
Es la que expresa el tema y el
objetivo del ensayo; explica el contenido y los subtemas o capítulos que
abarca, así como los criterios que se aplican en el texto, es el 10% del ensayo
y abarca más o menos 6 renglones.
Además, esta parte puede presentar
el problema que plantea al tema al cual vamos a abocar nuestros conocimientos,
reflexiones, lecturas y experiencias. Si este se plantea, entonces el objetivo
del ensayo será presentar nuestro punto de vista sobre dicho problema (su
posible explicación y sus posibles soluciones).
Desarrollo
Contiene la exposición y análisis
del mismo tema, se plantean las ideas propias y se sustentan con información de
las fuentes necesarias: libros, revistas, Internet, entrevistas y otras.
Constituye el 75% del ensayo. En él va todo el tema desarrollado, utilizando la
estructura interna: 50% de síntesis, 15% de resumen y 10% de comentario.
Se sostiene la tesis, ya probada en
el contenido, y se profundiza más sobre la misma, ya sea ofreciendo
contestaciones sobre algo o dejando preguntas finales que motiven al lector a
reflexionar.
Conclusión
En este apartado el autor expresa
sus propias ideas sobre el tema, se permite dar algunas sugerencias de
solución, cerrar las ideas que se trabajaron en el desarrollo del tema y
proponer líneas de análisis para posteriores escritos.
Esta última parte mantiene cierto
paralelismo con la introducción por la referencia directa a la tesis del
ensayista, con la diferencia de que en la conclusión la tesis debe ser
profundizada, a la luz de los planteamientos expuestos en el desarrollo.
Lógica en el ensayo
La lógica es crucial en un ensayo y
lograrla es algo más sencillo de lo que parece: depende principalmente de la organización
de las ideas y de la presentación. Para lograr convencer al lector hay que
proceder de modo organizado desde las explicaciones formales hasta la evidencia
concreta, es decir, de los hechos a las conclusiones. Para lograr esto el
escritor puede utilizar dos tipos de razonamiento: la lógica inductiva o la lógica deductiva.
De acuerdo con la lógica inductiva
el escritor comienza el ensayo mostrando ejemplos concretos para luego deducir
de ellos las afirmaciones generales. Para tener éxito, no sólo debe elegir bien
sus ejemplos sino que también debe presentar una explicación clara al final del
ensayo. La ventaja de este método es que el lector participa activamente en el
proceso de razonamiento y por ello es más fácil convencerle.
De acuerdo con la lógica deductiva
el escritor comienza el ensayo mostrando afirmaciones generales, las cuales
documenta progresivamente por medio de ejemplos bien concretos. Para tener
éxito, el escritor debe explicar la tesis con gran claridad y, a continuación,
debe utilizar transiciones para que los lectores sigan la lógica/argumentación
desarrollada en la tesis. La ventaja de este método es que si el lector admite
la afirmación general y los argumentos están bien construidos generalmente
aceptará las conclusiones.
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